En mi búsqueda por lograr un acceso fluido y seguro a mi «servidor de máquinas virtuales» desde fuera de casa, sin tener que lidiar con la apertura de puertos ni complicadas configuraciones en mi router, me topé con una solución que hizo que todo cobrara sentido: Cloudflare. Con su servicio gratuito, que ofrece una gama de herramientas útiles, encontré la solución que tanto anhelaba.
Mi primera acción fue dirigirme directamente a Cloudflare para explorar sus opciones. Con el fin de simplificar el acceso y garantizar la seguridad, decidí adquirir un dominio personalizado y configurarlo a través de Cloudflare. Esto me permitiría conectarme a mi equipo de manera sencilla y confiable, aprovechando la capa de seguridad que Cloudflare proporciona.
Una vez que mi dominio estuvo añadido a Cloudflare, el siguiente paso fue configurar las DNS de Cloudflare en mi dominio. Este proceso fue sorprendentemente sencillo, lo que me dio confianza en que estaba avanzando en la dirección correcta.
Ahora que tenía la infraestructura preparada, era momento de conectar los puntos y lograr que mi dominio interactuara con mi equipo. Aquí es donde entra en juego el enfoque Zero Trust de Cloudflare.
En la pestaña «Zero Trust» de Cloudflare, me dirigí al apartado «Tunnels» y creé un túnel. Le asigné un nombre que me resultara significativo y guardé la configuración. A continuación, seleccioné mi sistema operativo y arquitectura, lo que me permitió obtener los pasos precisos para la instalación.
La implementación fue prácticamente un proceso de copiar y pegar, sin complicaciones ni misterios. Una vez completada esta fase, volví a Cloudflare y guardé los cambios. Aquí es donde la magia se desplegó. A través de Cloudflare, generé un enlace a mi máquina, lo que me permitió conectarme desde cualquier lugar utilizando simplemente un navegador web.
La configuración del acceso para que solo yo pudiera conectarme era esencial para mantener la seguridad. En el apartado «Aplicaciones» de Cloudflare, añadí una aplicación autogestionada. Siguiendo cuidadosamente las instrucciones, configuré la duración de la sesión y, lo más importante, vinculé el subdominio previamente establecido.
Finalmente, al acceder a la URL que configuré, se desplegó el portal de Cloudflare, solicitando mi correo electrónico. Al proporcionar el correo que había registrado, recibí en segundos un correo electrónico con un código generado, lo que me brindó un acceso seguro y protegido a mi servidor de máquinas virtuales desde cualquier lugar.
Si estás leyendo esto y sientes curiosidad por recrear esta configuración, no dudes en preguntarme. Estoy aquí para ayudar y compartir mi experiencia en cada paso del proceso. La tecnología nunca deja de sorprender, y encontrar soluciones ingeniosas para problemas comunes es lo que nos impulsa hacia adelante en este emocionante viaje tecnológico.
¡Hasta la próxima entrada, exploradores de la seguridad en línea!